Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Cómo tomar el control de tu vida
Reactivación del blog
Voy a reiniciar el blog con algo que hace tiempo que me ronda la mente y que sirve para tomar el control de tu vida.
Como multipotencial, lo que más me gusta es aprender cosas nuevas. Y como multipotencial simultáneo, llevo demasiadas cosas a la vez, demasiados temas, proyectos, aprendizajes y lecturas.
Después de mucho leer, he aprendido que una de las mejores maneras de aprender es enseñando. Mientras enseñas, aprendes. Cuando más enseñas, más aprendes, ya que te hace ver el mundo de lo aprendido con nuevos ojos, con ojos de aprendiz y de maestro. Así que voy a dedicar gran parte de este blog a aprender a base de enseñar.
Cuando aprenda algo, lo voy a desmembrar, resumir, diseccionar para encontrar las partes más importantes de lo que he aprendido. Después lo compartiré con todas las personas que visiten el blog, para que puedan aprender algo de valor de todo esto.
¿Por qué este libro?
Voy a comenzar con este libro porque me ha impactado mucho y hace tiempo que lo “escuché” (como audiolibro). Lo escuché de nuevo recientemente varias veces y ahora lo estoy leyendo, ya que el libro escrito tiene matices, anécdotas y explicaciones más extensas y explicadas que en el audiolibro.
Es un libro que me enganchó desde el primer momento y ahora, en la re escucha y en la relectura, me está enganchando mucho más. Al tener que pensar en cómo resumirlo y explicarlo para extraer las cosas más importantes para compartir me ha adquirido más valor.
Además creo que es un libro que me acompañará toda la vida, porque no es un libro de lectura, es un libro de vida. Es un manual del que se pueden extraer cosas nuevas a cada lectura. Es un modo de vida.
Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva es un libro de poder personal, un manual de extracción del poder de las personas y de como tomar el control de tu vida. Una manera de vivirla y de verla, en el que el protagonista principal, eres tú (en mi caso, soy yo). Todo lo que nos sucede en la vida nos sucede a nosotros, y solo depende de nosotros la respuesta que tenemos.
Como apuntó Victor Frankl (psiquiatra judío, prisionero en un campo de concentración nazi en la segunda guerra mundial): “Entre lo que nos sucede, y nuestra respuesta a ese suceso, existe la última libertad humana, la capacidad de decidir nuestra respuesta”. Esta frase, tan profunda y con tanto significado es la base de este libro y la base del primer hábito, “Sé proactivo”, que va a ser el que voy a explicar en este artículo.
Pero primero comencemos definiendo lo que es un hábito según Stephen Covey, escritor del libro.
Definición de hábito:
Antes de entrar en la materia del primer hábito, voy a hacer una pequeña introducción de lo que es un hábito, según Covey: Es la intersección entre conocimiento, capacidad y deseo.
- El conocimiento es lo que queremos hacer y el porqué lo queremos hacer.
- La capacidad es el cómo lo vamos a hacer.
- El deseo es la motivación que nos mueve a hacer algo
Para crear un hábito en nuestra vida es necesario trabajar estas 3 esferas.
Mi caso propio de proactividad
Cuando yo quise comenzar a cuidar mi salud y mi forma física, lo primero que tuve que hacer es ser consciente de querer hacerlo. Lo segundo descubrir el porqué.
El motivo que encontré fue porque tenía 47 años y era, quizás, la última oportunidad de cuidarme y tomar el control de mi vida y mi salud. Los músculos y los huesos, a partir de los 40 comienzan a deteriorarse de forma clara. La sarcopenia afecta a la musculatura, con una pérdida de masa, fuerza y funcionamiento.
La osteopenia se caracteriza por una pérdida de masa ósea pero sin llegar a la osteoporosis. Aunque en ese momento no tenía el conocimiento de ambas afecciones, sabía que estaba en un punto que, o ponía de mi parte para solucionarlo, o sería una caída sin freno.
Soy responsable
Yo era el único responsable del cuerpo que tenía, con sobrepeso, sin cuidar mi alimentación, ni haciendo ningún tipo de ejercicio físico. Aquí una foto mía del año 2008, con 120 kilos de peso.
La capacidad fue pensar cómo lo quería hacer, y lo básico para integrar el hábito del ejercicio en mi vida era que no fuera aburrido. Que no fuera excesivo al principio, ya que quería hacerlo a diario, y que me motivara.
Como me gusta el senderismo, pensé en comenzar a caminar a diario, para coger fondo y resistencia, escuchando algo que me gustara. Comencé por música y actualmente escucho audiolibros. Comenzar con poco tiempo, para que al día siguiente tuviera ganas de volver a hacerlo.
El deseo, fue una mezcla de coger fondo para poder hacer algún día el camino de Santiago y la motivación de tener un cuerpo sano y fuerte. A medida que me hiciera más mayor, perder peso para que las rodillas no sufrieran. Poder vestir con ropa más pequeña y lo más importante, tomar el control de esta área de mi vida.
Teniendo esto en cuenta, creé el hábito de hacer ejercicio a diario, comenzando con 10 o 15 minutos de caminar a diario. Llevo haciéndolo desde los 47 años (ahora tengo 51), y creo que solo he faltado a la cita en menos de 10 ocasiones, y siempre por causa de fuerza mayor.
Esto me llevó a perder 24 kilos de peso en 4 años
El proceso puede llegar a ser doloroso al principio, ya que tenemos que sacrificar los placeres a corto plazo, como ver la TV o ver algún vídeo de Youtube, para tener un placer a largo plazo, como es la salud.
El que no tiene tiempo para la salud en el presente, tendrá que tener tiempo para la enfermedad en el futuro. Todo es cuestión de prioridades.
Hábito 1: Sé proactivo. Cómo tomar el control de tu vida
“Sé proactivo” es el primero, y más importante, de los hábitos a incorporar si queremos que sea efectiva y exitosa y comenzar tomar el control de nuestra vida. Si no desarrollamos bien este hábito, el resto no podrán tampoco cumplirse. Bueno, realmente, los hábitos para la gente altamente efectiva, tienen un efecto acumulativo. Primero tienes que incorporar el 1, después el 2 y así sucesivamente.
Tiene que ver por lo que Covey explica como el Continuum de la madurez:
Comenzamos la vida en la dependencia, cuando somos niños, y es el paradigma del tú: Tú cuidas de mi, tú haces o dejas de hacer por mí, te culpo a ti por mis resultados. Aunque este nivel es normal, lógico y necesario cuando somos pequeños, por desconocimiento del mundo en su totalidad, es un nivel en el que siguen muchos adultos. “La culpa de que llegue tarde es del tráfico, la culpa de que no tenga dinero es de la inflación, la culpa de que mi relación no funcione es de mi pareja, …”, la culpa siempre es de los demás.
Cuando superamos la dependencia, llegamos a la independencia, que es el paradigma del yo: Yo puedo hacerlo, yo soy el responsable, yo puedo elegir mi respuesta a determinados acontecimientos, yo tengo el control de mi vida. En este concepto se basan los hábitos 1, 2 y 3. Que es la victoria privada. El nivel de independencia es la proactividad realmente dicha.
La culpa de que llegue tarde es mía. El tráfico no depende de mí, pero SÍ salir antes. No tener suficiente dinero es culpas mía. La inflación estará ahí, esté yo o no, pero tengo la libertad y la decisión de comprar más o menos, de gastar más o menos, de buscar un trabajo mejor. Mi vida es mía, y es mi responsabilidad tomar el control. Si mi relación no funciona es culpa mía. Puede que tenga unas exigencias o unas expectativas demasiado altas o que mi pareja desconoce, o que culpe al amor. Realmente, puedo haber sido yo el que ha dejado de amar, ya que amar, es un verbo, una acción, y esa acción depende siempre de nosotros. El sentimiento es el resultado de amar como acción. Puede ser que al final, la relación se rompa, porque también depende de otra persona, pero eso está fuera de nuestro control.
La interdependencia es el paradigma de nosotros; Nosotros podemos colaborar, nosotros podremos hacerlo juntos, nosotros podemos combinar nuestras habilidades para hacer algo mucho más grande de lo que podría hacerlo yo solo. En este concepto se basan los hábitos 4, 5 y 6, de los que, seguramente, acabe hablando en otro artículo.
- Las personas dependientes dependen de los demás para conseguir lo que quieren.
- Las independientes dependen de sí mismas y de su propio esfuerzo para conseguir lo que quieren.
- Las interdependientes colaboran con otros para conseguir un éxito mayor todavía.
Tenemos que ser capaces de vernos desde fuera, usando la “autoconciencia”, que es la aptitud de ser consciente de nuestros propios procesos de pensamiento, y gracias a esta “autoconciencia” podemos evaluar y aprender de las experiencias de otras personas y crear o destruir nuestros hábitos.
Ser proactivo significa que no nos dejamos llevar por los sentimientos y emociones, es más, solo por el mero hecho de reconocer esto ya nos separa de las cosas y del resto de animales.
Es hacer lo que sea necesario para que sucedan cosas buenas, eres la fuerza creativa de tu propia vida.
El principio fundamental que hay detrás de este hábito es la responsabilidad.
Entre el estímulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad interior de elegir. Tenemos la capacidad de elegir las respuestas a las situaciones de la vida sin dejarnos llevar por las emociones ni los sentimientos.
El espejo social
Si dejamos que las opiniones y percepciones de los demás sobre nosotros mismos sea la única visión que tenemos de nosotros, será como mirarnos a través de los espejos deformados de los parques de atracciones. A menudo son más proyecciones de los demás sobre nosotros que propios reflejos y proyectas las debilidades de las personas que los originan.
No estamos condicionados por ese reflejo más de lo que nos dejemos influenciar por él.
Hay 3 mapas sociales o determinismos que pretenden explicar la naturaleza del hombre:
- El determinismo genético, que viene de nuestros abuelos
- El psíquico, que viene de la educación y las experiencias, y que culpa básicamente a los padres.
- El ambiental, del que algo o alguien externo es el responsable.
Estos mapas se basan en estímulo/respuesta. Respondemos de determinada manera ante determinados estímulos.
Esta respuesta al estímulo son también patrones o creencias que nos hacen la vida más fácil. Simplificamos las respuestas que tenemos que dar ante situaciones iguales o similares, pero cuando simplificamos situaciones complejas y actuamos con respuestas limitadas, es lo que se conoce como creencias limitantes. Esas creencias son la base reactiva que hay que combatir con este primer hábito de la proactividad.
Entre estímulo y la respuesta existe el espacio para tomar el control de tu vida
Realmente, tenemos el poder de elegir nuestra respuesta ante cualquier situación de la vida. Ese poder de tomar el control es lo que nos diferencia de otros animales. Poder escoger la actitud ante situaciones en las que no tenemos ningún control es el valor más importante del ser humano.
Victor Frankl, un psiquiatra judío al que apresaron en un campo de concentración nazi, venía de la escuela Froidiana, donde básicamente, todas nuestras respuestas estaban basadas en situaciones de la infancia y poca cosa podíamos hacer al respecto. Ante experiencias brutales y salvajes, Frankl se vio torturado en numerosas situaciones y fue en una de esas situaciones donde descubrió, y fue consciente, de lo que denominó, “La última libertad humana”: La capacidad de escoger la respuesta ante cualquier condición. En medio de una tortura, Frankl, pudo verse a si mismo, una vez liberado del campo, en la universidad, explicando a sus alumnos lo que allí vivió y cómo fue liberado. Debido a esta libertad de elección, Frankl, llegó a ser más fuerte que sus captores nazis, ya que él decidió tomar respuestas libres y decididas antes situaciones límite.
La frase con la que lo explica Covey en el audiolibro, la reproduciré tal cual la escuché la primera vez. Me marcó mucho, la encuentro genial, profunda y con una gran reflexión y la recuerdo a menudo cuando estoy en determinadas situaciones e intento elegir mi respuesta:
“Entre lo que nos sucede, el estímulo, y nuestra respuesta a ese estímulo, existe un espacio. En ese espacio está nuestra libertad y el poder para escoger nuestra respuesta, y en esas elecciones está nuestro crecimiento y nuestra felicidad”
Esta frase y el contexto en el que la descubrió, me hizo reflexionar en mis respuestas ante situaciones con mi hijo. Muchas veces le cedía el poder de sacarme de mis casillas, de controlar mis emociones y hacerme enfadar. Pensar en esta frase me hizo darme cuenta de ese espacio (minúsculo cuando eres reactivo) entre el estímulo y mi respuesta, pudiendo ampliar el tiempo de respuesta y decidir actuar de otra manera. Sin dejarme llevar por las emociones de ese momento, enfocándome en lo bueno que tiene mi hijo, y en que su actuación es normal para un niño de 8 años. No puedo darle el poder de ser el dueño y señor de mis emociones y mis sentimientos, y mucho menos de mi respuesta ante sus provocaciones. Yo soy el único responsable de mantener el control de mi vida.
Fue una revelación.
Cuanto más ejercitas el ser consciente de ese espacio y ejercitar esta libertad de decisión, más crece esa libertad hasta ser muy, muy grande. En el caso de Frankl, fue más grande que la de sus captores nazis, que tenían libertad exterior, pero él tenía más libertad interior para ejercitar sus opciones.
Esta libertad incluye la autoconciencia, la imaginación (capacidad de crear realidades en nuestras mentes), la conciencia moral (distinguir el bien del mal) y la voluntad independiente (capacidad de actuar desde la autoconciencia y libres de influencias externas).
Y cómo dijo Eleanor Roosevelt “Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento”.
La “Proactividad” definida
Ser proactivo significa que, como seres humanos, tenemos la responsabilidad de nuestras propias vidas. Todo depende de nuestras decisiones y nuestros valores, no de nuestras condiciones, ni sentimientos, ni emociones.
Responsabilidad, con alusiones a “responder” y “habilidad” es la habilidad de elegir nuestra respuesta.
Somos proactivos por naturaleza, pero nuestras experiencias, educación y condicionamiento nos han llevado a elegir, de forma consciente o inconsciente, a otorgar poder a lo que nos sucede y reaccionar en base a esas creencias adquiridas. Elegimos volvernos reactivos y quedarnos en la zona de confort en lugar de tomar responsabilidad. Salir de esa zona cómoda y actuar con respuestas premeditadas y decididas por nosotros mismos.
Todos nos vemos influidos por estímulos externos, pero son las personas proactivas las que, de forma consciente o inconsciente, toman el control de su vida y eligen su respuesta basada en sus propios valores.
Hasta que una persona no pueda decir, profunda y honestamente, “Soy lo que soy como consecuencia de mis elecciones de ayer”, tampoco podrá decir “Elijo otra cosa”.
(Setphen R. Covey)
Lo que realmente nos daña y nos hiere, no es lo que nos sucede, sino que es la respuesta que elegimos a lo que nos sucede. No es la mordedura de la víbora lo que nos mata, es perseguirla para matarla en lugar de quitarnos el veneno.
El problema no es el problema, es cómo reaccionamos y lo que hacemos ante el problema.
Nuestras experiencias más difíciles de la vida, se pueden convertir en los detonantes de nuestras fuerzas internas. Moldean nuestro carácter y nos dan mayores herramientas para afrontar las circunstancias más difíciles de nuestro futuro e inspirar a otros.
Frankl, Mandela, Gandhi son algunos de los muchos que eligieron sus respuestas dentro de su libertad personal, en momentos muy difíciles, para animar e inspirar a otros. Pero no hace falta ir tan lejos ya que seguramente todos hemos conocido a personas que atravesaron circunstancias difíciles conservando una entereza que nos inspiró y que tenemos presentes en nuestras mentes.
Lo que más importa es el modo en que respondemos a lo que experimentamos en la vida.
(Setphen R. Covey)
Actúa y toma el control de tu vida o deja que los demás actúen por ti
Cuando las personas toman la iniciativa y el control de su vida es cuando realmente suceden cosas extraordinarias. Para desarrollar todos los 7 hábitos de la gente altamente efectivas, hace falta gran iniciativa y ser consciente de que este primer hábito, el de la proactividad, es el más importante y el sustento de todos. Si uno no es proactivo y responsable no se pueden implementar el resto de hábitos.
Hay que ser independiente y ser un ganador en la Victoria Privada antes de poder acceder a la Victoria Pública: Los hábitos 4, 5 y 6.
Tanto las personas, como las familias, como las empresas pueden ser proactivos y combinar creatividad y recursos para crear una cultura proactiva.
No tenemos porqué estar a merced de los sucesos, podemos tomar la iniciativa.
Recientemente, durante la pandemia de Covid, ha habido muchas empresas que han sufrido los reveses de esta tragedia. Ha habido grandes diferencias en la manera de afrontarlo: algunas directamente abandonaron y cerraron, otras aceptaron ayudas para aguantar el chaparrón como podían esperando que todo pasara y llegaran mejores tiempos. Estos tardaron en llegar y solo pudieron seguir aceptando ayudas y más ayudas para quedarse como estaban. Esas ayudas, ahora hay que devolverlas y muchas de ellas acabarán cerrando mucho peor de lo que iniciaron la pandemia. Otras, en cambio, vieron oportunidades, buscaron alternativas y soluciones, cambiaron líneas de negocio y se adaptaron, como pudieron ante la urgencia, a la nueva situación, y salieron de toda esta situación tan caótica, reforzados.
No es mi intención juzgar las actitudes que tomaron, ya que hubo muchos casos extremadamente complicados y cada caso es un mundo. Solo quería comentar, como ejemplo, la gran diferencia entre las diferentes actitudes de las personas y empresas, ante situaciones que no podían controlar, tomando la iniciativa y la responsabilidad de buscar nuevos caminos.
Escuchando nuestro lenguaje
Uno de los indicadores más fieles de las personas reactivas o proactivas es el lenguaje que utilizan para describirse a sí mismas o a las situaciones que los abordan cada día.
“No puedo hacer nada”, “Así soy yo”, “tengo que hacer esto”, “debería perder peso”, “no puedo”, “no tengo tiempo”, “si mi esposa tuviera más paciencia”, “no me entienden”. Todas estas frases eluden la propia responsabilidad de actuar, poniendo excusas en lugar de buscar soluciones.
La frase tan sencilla “tengo que ir a trabajar”, nos deja fuera de toda decisión propia. Es una obligación, aunque autoimpuesta, una obligación, y está cargada de negatividad. “Quiero trabajar para solucionar ese problema que tiene mi empresa”, sería una forma proactiva de ver la misma situación, pero tomando conciencia de que la decisión es nuestra. Dejando aparte el hecho de que si no trabajamos no ingresamos dinero, el hecho de ir a trabajar es una elección. Nadie nos obliga, nadie nos pone una pistola en la sien para ir a trabajar. Es una elección, pero muchas veces con nuestro lenguaje, lo convertimos en obligación. Nos convierte directamente en una persona reactiva sin posibilidad de tomar ninguna otra decisión.
No soy responsable, entonces no puedo elegir mi respuesta.
Muchas veces, el hecho de usar un lenguaje reactivo, se acaba convirtiendo en una profecía autocumplida. En el caso de suceder, solo confirma lo que habíamos dicho y nos vuelve más reactivos a cada situación.
Si las emociones y sentimientos controlan nuestras decisiones nos volvemos completamente reactivos, sin ningún control. Las emociones las forman el lenguaje (lo que decimos), la corporalidad (lo que hacemos con nuestro cuerpo) y el enfoque (en lo que pensamos ante el estímulo). Cambiando la corporalidad y el lenguaje podemos llegar a dominar nuestras emociones, ya que a estas dos partes tenemos mucho más control que en el enfoque de lo que pensamos.
Círculo de preocupación /Círculo de influencia. Detecta dónde tomar el control de tu vida
El círculo de preocupación es aquella zona de nuestra vida que ocupan las cosas que nos preocupan: La salud, familia, hijos, trabajo, dinero, el medio ambiente, la contaminación, las guerras, …
Cuando revisamos todas las cosas que nos preocupan y que están dentro del nuestro círculo de preocupación, podemos darnos cuenta que sobre muchas de ellas no tenemos ningún control. En cambio sobre otras tenemos el poder de hacer alguna cosa para cambiarlas. Estas preocupaciones sobre las que podemos tener algún control, forman nuestro círculo de influencia. Es más pequeño que el de la preocupación y son las que nos proporcionan el control de nuestra vida.
Las personas proactivas se centran en las cosas que pueden controlar y que pueden hacer cosas para influenciar el resultado. Se centran en el círculo de influencia, con energía positiva lo que hace que el círculo de influencia crezca. Son las que toman el control de su propia vida.
Las personas reactivas, sin embargo, al centrarse la mayor parte de las veces en el círculo de preocupación y cosas que escapan a su control: el tráfico, las bromas del jefe o del hijo, los defectos de otras personas, las madres del colegio, las guerras, el clima, etc. De todo ello salen sentimientos de culpa, acusaciones, impotencia y un lenguaje completamente reactivo. Esto genera emociones, enfoques y energía negativa, lo que reduce significativamente, hasta casi desaparecer, el círculo de influencia. Las personas reactivas prácticamente no se centran nunca en él hasta que se ven obligados por las circunstancias.
Las personas proactivas tienen el círculo de preocupación, por lo menos, tan grande como su círculo de influencia y tienen y aceptan esa influencia con responsabilidad.
Control directo, indirecto e inexistente
Cualquier problema que tengamos entra en una de estas 3 categorías:
- Control directo: Sólo tiene en cuenta nuestra conducta. Están en el círculo de influencia y podemos actuar en ellos a través de nuestros hábitos y las que nos permiten tomar el control de tu vida. Son lo que Covey indica como victorias privadas de los hábitos 1, 2 y 3.
- Control indirecto: Tiene en cuenta las conductas de los demás. Están también en el círculo de influencia, aunque de forma parcial al no depender completamente de nosotros, pero podemos actuar sobre ellos con métodos de influencia y son las victorias públicas de los hábitos 4, 5, y 6.
- Inexistencia de control: Aquí lo único que se puede hacer es asumir estos problemas y aprender a vivir con ellos y no otorgarles el poder de controlarnos. ¿Cómo? Asumiendo la responsabilidad de dominar el espacio entre el estímulo externo y nuestra respuesta: sonriendo, buscando la parte positiva, disfrutando del momento, buscando el aprendizaje, etc. Pero básicamente, no dejando que nos controle nuestra actitud ni respuesta, algo que está fuera de nuestro control. Siempre tenemos la capacidad de decidir… Aunque podemos decidir enfadarnos igualmente 😄.
Sea el tipo de problema que sea, depende de nosotros dar un paso hacia la solución en lugar de centrarnos en el problema. En nuestro círculo de influencia están los hábitos, los métodos de influencia y nuestra actitud ante los problemas que no podemos controlar.
Las consecuencias y los errores
Hay dos cosas a tener en cuenta antes de lanzarnos de lleno al círculo de influencia y tomar el control de nuestra vida:
- Las consecuencias y
- Los errores
Podemos ser libres de elegir nuestra respuesta pero no lo somos para elegir las consecuencias de dichas acciones.
Las consecuencias
Las consecuencias están fuera de nuestro control y las determinan las leyes naturales. Podemos elegir engañar a alguien en una transacción porque vemos la oportunidad, pero no podremos elegir las consecuencias de la respuesta de la otra persona cuando se de cuenta. Podemos elegir cruzar una autopista a pie con los ojos cerrados, pero no podremos elegir lo que nos ocurrirá si nos atropellan.
Las conductas las gobiernan los principios y vivir en armonía tiene consecuencias positivas y violarlos tiene consecuencias negativas. Covey pone un ejemplo muy clarificador:
“Somos libres para elegir nuestra respuesta en cualquier situación, pero al elegir también optamos por la consecuencia correspondiente. Cuando uno recoge una punta del palo, también recoge la otra”
(Stephen Covey)
Al final podemos darnos cuenta que al tomar una decisión, elegimos el palo equivocado y las consecuencias puede que no nos gusten y si pudiéramos elegir escogeríamos otro palo. Estas elecciones equivocadas las llamamos errores y merecen también una explicación aparte.
Los errores
Los errores pasados forman parte del círculo de preocupación y ya no podemos hacer nada por cambiarlos, simplemente debemos aceptarlos, comprenderlos y aprender de ellos y ese reconocimiento del error es proactivo también y convierte el error en un éxito.
Si dejamos que los errores nos controlen la vida nos volvemos completamente reactivos y nos queda la sensación de que no tenemos ningún control. Es cierto que es más fácil decirlo que hacerlo, pero siempre que nos ocurre algo malo y nos equivocamos, una frases que se dice mucho y que vienen a colación:
- No hay mal que cien años dure.
- El tiempo lo cura todo.
- Algún día nos reiremos de todo esto
Todas estas frases hacen alusión al tiempo, depende de nosotros el tiempo que tardemos en superar los errores y aprender de ellos.
Un amigo me decía que no existen los errores, solo están los aciertos y los aprendizajes. Al admitir y corregir un error le quitamos el poder de influir en las decisiones futuras.
Comprometerse y mantener los compromisos en tu vida
Prometer y comprometernos y mantener esas promesas y compromisos está en el corazón mismo del círculo de influencia.
La esencia misma de la proactividad están en comprometernos con los demás y con nosotros mismos y mantener esos compromisos.
Hay dos modos de tomar el control inmediato de nuestras vidas:
- Hacer una promesa y mantenerla
- Establecer una meta y avanzar cada día para alcanzarla
El compromiso y mantenerlo nos proporciona autocontrol, coraje y fuerza. Poder comprometernos con nosotros mismos y mantener esos compromisos son la esencia de los hábitos del éxito y la efectividad.
Conocimiento, capacidad y deseo están completamente bajo nuestro control.
Una posible práctica para detectar la falta de control de tu vida
- Durante un día, toma conciencia de tu lenguaje y del lenguaje de los que te rodean. ¿Cuántas veces escuchas “Si…”, “No puedo…”, “Debería …”, “Tengo que…”?
- Busca una experiencia que tengas que afrontar en un futuro inmediato y que en otras ocasiones ya has actuado de forma reactiva. Busca como incorporar esa experiencia en tu círculo de influencia y piensa ¿Cómo podrías responder de forma proactiva? Comprométete a ejercer en esa situación, cuando se presente, a ejercer la libertad de decisión.
- Escoje un problema de tu vida personal o laboral y determina si es un problema de control directo, control indirecto o control inexistente e identifica el primer paso que puedes dar, en tu círculo de influencia para resolverlo, y da ese paso en seguida.
Proactividad: El reto de los 30 días para tomar el control de tu vida
Dónde más podemos desarrollar nuestra capacidad proactiva es en los hechos cotidianos y en las pequeñas presiones del día a día: Un atasco de tráfico, una discusión con la pareja, un hijo que grita, un móvil que se cae y se rompe… Vemos los problemas y nos concentramos en la respuesta y en la solución.
El gran reto consiste en tomar el control de tu vida:
- Durante 30 días hay que trabajar solo en el círculo de influencia.
- Planteate pequeños compromisos y mantenlos
- Sé un modelo, no un crítico
- Sé un observador, no un juez.
- No culpes ni acuses
- Cuando cometas un error, admítelo, corrígelo y aprende.
- Sé una parte de la solución, no del problema.
- No busques los defectos de otras personas
- No busques pruebas de tus propias debilidades.
Ensaya en tu círculo más cercano, la pareja, familia y empleo.
Si comienzas a pensar que el problema está fuera, para y piensa: Ese pensamiento es el problema.
Somos responsables de nuestra efectividad, felicidad y de la mayor parte de nuestras circunstancias.
Conclusión
Gracias por llegar hasta aquí. Espero que te haya gustado el resumen y que te sirva para tomar el control de tu vida, aunque sea un poco, a partir de ahora.
Después de tanto tiempo sin escribir en el blog, me decidí a reactivarlo con un artículo largo y con contenido revelador y de calidad (por lo menos para mi). Espero haberlo conseguido.
No olvides dejar tu comentario, pregunta y seguirme para otros artículos que sacaré.
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